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lunes, 11 de julio de 2011

Mens sana in corpore sano

Mente sana en cuerpo sano, una expresión con mucha certeza. Es sabido, que para sentirnos bien, hemos de hacerlo de dos formas: física y psíquicamente y, si ambas partes están unidas, en concordancia, se obtendrán mayores beneficios que harán que nos sintamos mejor con nosotros mismos. La alimentación y el ejercicio físico son fundamentales a la hora de mantener en buena forma nuestra mente y cuerpo. No sólo debemos acomodarnos en lograr optimizar una de las dos partes, pues lograr una sin la otra sería “cojear”.

            Por un lado se encuentra la alimentación, la cual ha de ser equilibrada: ni excedernos ni limitarnos a la hora de ingerir alimentos. Todo nuestro cuerpo necesita de las proteínas, hidratos, glucosa, nutrientes, agua, ácidos grasos… para poder funcionar. Y, más concretamente, el cerebro, el cual nos proporcionaría una mente sana, pues ya sabemos que es el motor de nuestro organismo, quien dirige todas nuestras acciones, aprendizajes y pensamientos. Por lo tanto, es preciso proporcionarle todas las sustancias necesarias para que puedan funcionar correctamente todas sus conexiones sinápticas y sus partes (cerebelo, córtex…). Es el principal núcleo de importancia al que debemos de alimentar en todos sus sentidos (de manera cognitiva, alimenticia…) para su pleno desarrollo. La falta o escasez de algunos de los sustentos que el cerebro necesita podría generar algún déficit (falta de atención, dislexia, rendimiento…), por ello, es importante que incluir en la dieta carnes, pescados, pastas, azúcares, agua… para el buen desarrollo y funcionamiento cerebral.

            Por otro lado, nos encontramos con el ejercicio físico. Gracias a las actividades deportivas todo nuestro organismo es campeón, es decir, nuestro cuerpo se beneficia de muchos modos: gana oxigeno, gana una mejora en la coordinación, gana  motricidad, liberarnos del estrés y, por consiguiente poder mejorar nuestra atención… Además, que al practicar ejercicio nos sentimos mejor con nosotros mismos y eso nos ofrece más ventajas en otros ámbitos (escolar, social…).

            Las dos partes juntas, alimentación y ejercicio físico, en su justa medida, la que nuestro organismo necesite, hace que nos sintamos capaces, que estemos contentos con nosotros  ya que notamos las ventajas que obtenemos.    

            Como conclusión, recomendaría a los padres y a profesores que instruyan a los educandos de manera que éstos aprendan a alimentarse y a realizar deporte, al igual que enseñarles a ser conscientes de los beneficios que la alimentación y el deporte les aportarían; explicándoles la necesidad de hacer adecuadamente las comidas, proporcionándoles una dieta equilibrada, y no realizar, por ejemplo, un desayuno escaso, ya que es la principal comida que deben ingerir fuerte para que su organismo pueda afrontar el día con fuerzas, que conllevaría  a una buena atención y rendimiento en las aulas. Por otra parte, mentalizarles de la importancia que tiene practicar alguna actividad deportiva ya que beneficia física (oxigenación cerebral, pulmonar y cardiovascular…) y psíquicamente (control, atención, mitigar el estrés…) al niño.

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